Cuando en los últimos meses el mundo empezó a sentir el sabor de la vida “normal”, el gusanillo de viajar empezó a afectar a gran parte del planeta. Con el verano acercándose en Europa, la energía era palpable, incluso para mí en Ciudad del Cabo, Sudáfrica, donde nuestra estación invernal estaba a la vuelta de la esquina. Así que, ¿qué mejor momento para planear una excursión al hemisferio opuesto?
Aunque esto pueda sonar muy bien para el viajero medio, para nosotros, los sudafricanos, hay muchos obstáculos que superar antes de que los planes se hagan realidad. Además de la habitual burocracia de los visados, los efectos persistentes del Covid pondrían algunos obstáculos nuevos en un camino ya de por sí difícil.
Visado, administración, planificación… y más planificación
Por suerte para mí, trabajar en la OTGS me brindó la oportunidad de planificar mis viajes en torno a dos cosas:
La WordCamp Europa anual, que tendrá lugar en Oporto
Puesto que viajaría al otro lado del mundo, lo lógico sería que me quedara el mayor tiempo posible después de la conferencia. Además, el hecho de que todos trabajemos totalmente a distancia significaba que, por primera vez en mi vida, podría mantenerme fácilmente y continuar con mis tareas mientras viajaba por el mundo.
Sobre el papel, esto sonaba muy bien. En la práctica, costó muchísimo esfuerzo materializarlo. Me explico:
Como ya se ha dicho, la normativa Covid crearía algunos obstáculos adicionales. Por ejemplo, como necesitaba planificar mis viajes con meses de antelación, nunca estaba totalmente segura de si necesitaría tiempo para la cuarentena al llegar a la UE. La información cambiaba constantemente, y los sitios web del gobierno eran bastante poco fiables.
Aun así, tuve que pasar por la lista de control de visados “normal” para sudafricanos que viajan a la UE. Habían pasado 3 años desde la última vez que lo había hecho, así que ya había olvidado algunos matices del proceso. Para los sudafricanos, es notoriamente difícil, y me lo recordaron amistosamente cuando comprobé los requisitos para España (país a través del cual presentaría la solicitud).
Después de considerar todos los ángulos y procedimientos por los que tendría que pasar, estuve a punto de darme por vencida. Pero estas oportunidades no se presentan a menudo, así que persistí.
La verdadera clave fue tener una empresa como OTGS detrás de mí. Me ayudaron con cartas, justificaciones y todo lo que necesité para probar mi caso ante el consulado español.
Tras meses de planificación, por fin había organizado todos los documentos necesarios, entre otros Extractos bancarios, prueba de empleo, cartas de invitación, prueba de residencia, vuelos de ida y vuelta y reservas de alojamiento.
Por desgracia, el estrés no terminó con la cita para el visado. Aún tuve que esperar dos semanas para que me devolvieran el pasaporte. Por suerte para mí, ¡aceptaron mi visado! Pero sólo cuando crucé realmente la frontera con España pude sentir algún tipo de alivio.
Por último, aún me preocupaba si sería capaz de desempeñar mis tareas de forma productiva en entornos totalmente distintos. Pero sólo el tiempo lo diría…
Comienza el viaje (después del control de pasaportes)
Así que, tras aproximadamente 2 meses de planificación y citas, por fin llegó el día en que pude hacer las maletas y dirigirme al Aeropuerto Internacional de Ciudad del Cabo. Fue sorprendentemente libre de estrés, teniendo en cuenta algunos de los protocolos Covid aún vigentes. Y con una escala en Dubai y aproximadamente 18 horas de tránsito total, ¡por fin aterricé en Madrid, España!
A continuación, llegó el momento de pasar el control de seguridad y pasaportes. Como ya hemos dicho, para nosotros, los sudafricanos, siempre es una experiencia un poco angustiosa, pero esta vez todo fue como la seda. Una mirada a mi visado y la seguridad fronteriza me indicó que pasara a recoger el equipaje y me fui. Un simple viaje en tren a la estación de Sol después, me encontré con la increíble energía del bullicioso centro de la ciudad. Todo el mundo parecía estar de buen humor, y por fin me di cuenta de que estaba a más de 8.000 kilómetros de mi ciudad natal.
Conocer a nuestro Director General y aprender a bailar
Tras unos días de adaptación a la realización de mis tareas diarias en un nuevo entorno, por fin llegó el momento de conocer a Amir (el fundador/CEO de la empresa). Como sólo habíamos interactuado por Internet, pasar un tiempo en Madrid me brindó la oportunidad perfecta para estar con él en persona. Él y su familia me dieron una estupenda minigira por el centro de la ciudad y mantuvimos unos intercambios maravillosos sobre nuestras vidas, carreras y aspiraciones.
Parte de mi intención de estar en España era también visitar el estudio Adelance. Adelance es un proyecto de danza social que nació de la pasión de Amir por la danza y del deseo de volver a conectar a la gente tras la pandemia. Desde que empecé en la OTGS hace más de 1 año, había oído hablar mucho de este proyecto, pero nunca había tenido realmente la oportunidad de comprometerme con él de forma significativa. Siempre me pareció interesante, y esperaba tener algún día la oportunidad de implicarme más.
Así que, cuando estuve en Madrid y tuve la oportunidad de asistir a una de las clases, ¡la acogí con los brazos abiertos! Y hablando de “brazos abiertos”, éste fue el saludo que recibí al entrar en el estudio. Todo el mundo fue encantador y acogedor, y aunque al principio estaba un poco nerviosa por hacer el ridículo con las secuencias de baile, esta sensación desapareció rápidamente. La clase fue muy divertida y asistieron personas de distintas edades, niveles de habilidad y formación.
Conocí a gente maravillosa, y la idea del proyecto Adelance finalmente cobró todo su sentido para mí. Después de muchos meses de distanciamiento social, fue realmente estupendo volver a relacionarme con “desconocidos”, y aunque pensé que sería un reto, el entorno que creó Adelance hizo que fuera muy fácil sentirse relajado y cómodo.
En general, tener todas estas interacciones personales realmente me hizo sentir más conectada con la OTGS en su conjunto, así que estaba emocionada por conocer a aún más colegas en persona en la WordCamp de Oporto.
Enfrentarse a los obstáculos y aprovechar al máximo el WCEU
Por desgracia, hacia el final de mi estancia en Madrid, caí enfermo. Por supuesto, Covid fue lo primero que me vino a la mente, pero afortunadamente no fue así. Esto sólo significaba unos días de medicación y reposo, ¡pero se me acababa el tiempo, ya que tenía que asegurarme de que estaba lo bastante sana para embarcar en mi vuelo a Oporto!
Resumiendo (y con la amable ayuda de la familia de Amir), llegué al aeropuerto y me embarqué en mi siguiente aventura.
Los días previos a la conferencia fueron, como mínimo, difíciles, pero me esforcé. Y me alegro de haberlo hecho, ya que la WCEU resultó ser una experiencia valiosa a muchos niveles:
Por fin pude conocer en persona a algunos colegas más. Tras más de un año de llamadas de Zoom, chats de Mattermost, tickets de YouTrack e hilos de correo electrónico, fue fantástico tener interacciones en carne y hueso. Creo que esto reforzó realmente mi vínculo básico con el equipo.
Del mismo modo, al conocer a nuestros socios de compatibilidad y marketing (con los que sólo había interactuado por Internet) había una gran sensación de alegría y camaradería entre nosotros. Reunirnos en persona también nos dio un nivel extra de compromiso para sacar adelante los proyectos y colaborar de forma más cooperativa. Además, conocer y acercarse a nuevos socios era una experiencia totalmente distinta, pues ya no teníamos la ventaja de un correo electrónico introductorio bien escrito para romper el hielo.
La WCEU fue también mi primera experiencia real de “conferencia de negocios”. Fue estupendo conocer la dinámica de este tipo de acontecimientos. Hice todo lo que pude para sacarle el máximo partido, pero también aprendí rápidamente algunos de sus pros y sus contras, sobre todo en lo relativo a las actividades de marketing y asociaciones.
¿Qué he aprendido hasta ahora?
A lo largo del mes de junio he estado realizando seguimientos con los socios, y en la mayoría de los casos los resultados han sido positivos y acordes con mis expectativas iniciales. Y a medida que sigo viajando por Europa, he empezado a desarrollar un buen ritmo y equilibrio entre hacer el trabajo con eficacia, ver a los amigos y empaparme de mi nuevo entorno.
Al principio pensé que habría sido mucho más desafiante, pero al final ha resultado ser una experiencia saludable. Después de haber pasado muchos, muchos años trabajando desde casa en Ciudad del Cabo, la posibilidad de alejarme de ese entorno (aunque sólo sea durante 2 meses) me ha permitido hasta ahora tener un restablecimiento físico y mental.
Aunque no he tenido tanto tiempo para hacer turismo, el mero hecho de poder estar aquí es un gran privilegio y no me cabe duda de que cuando vuelva a Sudáfrica me sentiré renovada y llena de energía e inspiración.
Y por último, de las lecciones de vida aprendidas hasta ahora, la que más destaca es “sé resiliente”. Ya fueran los trámites del visado, ponerme enferma en Madrid o perder vuelos de conexión de camino a Berlín, aprendí que la resiliencia es un componente importante de la vida, los negocios y las interacciones sociales. Si se aplica correctamente, te ayudará a superar los obstáculos y a conseguir resultados positivos.
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